miércoles, 21 de julio de 2010

EL ESTADO DE LA NACION

A través de la televisión he podido asistir al llamado “debate sobre el estado de la Nación”. He intentado auto convencerme de que lo que veía y oía correspondía a la realidad. Han pasado muchas horas y aún no he conseguido auto convencerme.
Voy a dividir en dos partes lo que para mí ha sido este debate.
A una la llamaré “EL REGRESO A LA TRIBU” y a la otra “LA TERGIVERSACIÓN DOGMÁTICA”.
La primera parte que por supuesto, me ha dejado pasmado, ya que por lo menos se supone, que vivimos en España, que España está en Europa, que se encuentra fraternalmente aliada a otros 27 países, también europeos, que Europa hace parte del mundo, y que el mundo es uno solo.
Si hay algún sujeto por ahí suelto que todavía no se ha dado cuenta de eso, es por que está, aún, viviendo en la época tribal, donde cada familia tenía su cueva y defendía los confines de la misma: es un troglodita.
Por más rebuscada que sea la fraseología que se utiliza para atraer simpatías y justificar las disensiones, las realidades están ahí, presentes, tan presentes que abruman: no se puede hablar de Separatistas, Catalanes, Vascos, Gallegos, etc., etc.
Es evidente que si hablamos de diferencias, no solo hay ciertas diferencias mucho más de forma que de fondo, entre los nacidos en diferentes regiones de la tierra, y ya no hablamos de razas, estamos hablando de seres humanos vecinos los unos a los otros, por ejemplo: si hablamos de un pueblerino de PRATDIP, de otro de DELTEBRE, o de otro de LLORENS DE MAR, a pesar de ser todos Catalanes, con lugares próximos los unos a los otros, encontraremos diferencias mentalmente estructurales que hacen que cada uno de ellos sea en sí, único y peculiar, luego diferente. Eso es consecuencia natural de la condición humana. No por ello deben inducirse diferencias y/o intereses antagónicos, sino más bien, convergencias de intereses naturales.
El que esto escribe tiene 84 años, ha recorrido mucho territorio, desde la frontera China, cruzando toda Rusia, pasando por toda Europa y gran parte de America del Sur. Ha convivido con rusos, con kazajos, o si lo prefieren tártaros de la frontera con China, con moscovitas, con alemanes, con belgas y holandeses, con franceses y portugueses, con brasileños, uruguayos, argentinos y chilenos, cada uno de ellos formados por diferentes ascendencias, algunas raciales, otras culturales. Ha nacido en Barcelona, luego se identifica como catalán, español y sobre todo ciudadano del mundo. Amo y respeto a mi tierra y debo aclarar que sobre todo, debido a ciertas mentalidades que han emergido en su momento, y que aparentemente, aún aparecen en horizontes que yo creía desaparecidos, únicamente he sufrido desazones y hambre. Mi tierra no me ha dado nada, ni tan siquiera escolaridad, por lo tanto no le debo ningún agradecimiento en particular, no obstante la amo. Mi abuelo paterno era un murciano, analfabeto, grande, brusco y rústico, pero con un extraordinario sentido común. En su Murcia natal cuando surgía una discusión entre campesinos, (él también lo era), a causa de las aguas de riego u otros problemas que pudieran surgir en la periferia rural que él habitaba, las diferencias las definía Don Antonio, mi abuelo, sentado a la sombra de un árbol de su patio. Lo que él decía se ejecutaba. Parte de los jardines de MontJuic fueron diseñados y plantados por él, con ello se hacía la integración de un murciano a Barcelona.
Mi abuelo materno, también era un murciano, instaló un taller para fabricar “espardenyes” artesanalmente en unos bancos especiales, cosía las suelas de cáñamo, les ponía una horma encima, con el formato del pie y cosía la lona en toda su periferia con un hilo de cáñamo, cuando no, hacía las clásicas alpargatas con fuertes cintas negras, que iban desde la puntera de cáñamo hasta el talón del mismo material, estas eran especiales para “pageyos”. Estos las venían a buscar por docenas. Su taller y punto de venta estaba en Sans, en la calle Tenor Massin: otro murciano, integrado a Barcelona. Y así con su esfuerzo y su trabajo hubieron millones de NO catalanes que contribuyeron con su trabajo a la formación de lo que hoy se quiere llamar “Catalunya Nació”.
No voy a discutir, ya que tampoco se me dará tal oportunidad, con los señores Pujol, Mas, Mansilla o cualquier otro, sobre el tan remanido asunto de la independencia catalana. Y lo mismo podría decir con respecto a los otros tan reclamados nacionalismos que, aparentemente, solo buscan un aupado auto relieve para los que en principio dominan sus respectivas regiones y pretenden el separatismo.
Pretender hoy, un separatismo en base a derechos particulares, que se sobreponen a los derechos generales, y yo diría que universales, es propio de una inconsecuencia agraviante. Estamos en un mundo sin fronteras donde, ocurra lo que ocurra, en cualquiera de sus extremidades, afecta todo el cuerpo, donde la comunicación en cualquier idioma, es automática, directa e instantánea, donde en lo único que se puede pensar para hacer este universo viable, es en unirnos, porque todos tenemos, más próximos o más lejanos, los mismos problemas, y si somos concientes, todos tenemos la absoluta obligación de unir nuestros esfuerzos para resolver dichos problemas.
Considero que todo lo que sea tradición, que todo lo que implique un idioma y una cultura autóctona, llámese como se llame, debe ser absolutamente respetado y cultivado. La tradición forma parte de nuestras riquezas naturales, su práctica y su culto siempre cuando sean gratificantes y benéficos para quienes lo practican, deben respetarse de forma absoluta y ello, por supuesto, no implica caracteres excepcionales, sino lo correcto y normal en un mundo civilizado. Al contrario, lo que no es correcto es crear barreras y diferencias que, de hecho, no responden más que a manipulaciones maniqueístas que oscurecen las mentes de los seres humanos.
Estos planteos separatistas que fueron presentados y discutidos en el Congreso de la Nación, no aportaron absolutamente nada que fuese positivo en el mencionado debate. Lo único que se pudo verificar es que todos los participantes se confabularon y se auto gratificaron creándole al Gobierno central muchos más problemas de los que ya tiene, y asediando de una forma abusiva a un Jefe de Gobierno, que por supuesto, no dispone de una “varita mágica” para resolver los problemas de una España, que está pasando por una crisis muy particular, y de la que todos los que tanto han hablado, son responsables. No hay “varita mágica” para la solución de este problema.
No hace mucho todos los participantes de esta clamorosa crítica se regodeaban diciendo: “únicamente en España se están construyendo más casas y edificios que entre Francia, Inglaterra y Alemania juntas”. Desde el lugar donde existo, Buenos Aires, la noticia me causó sorpresa y un cierto grado de desazón porque automáticamente en mi mente surgió la pregunta: ¿hasta cuándo puede darse y mantenerse semejante fenómeno…? Era lógico deducir que en algún momento los inversores que provocaban tamaña euforia constructiva iban a terminar las obras en marcha, y que de no producirse una renovación automática de la misma envergadura o superior, iba a ocurrir un desplome descomunal. Eso de por sí, era y es independiente de la crisis actual que solo podrá resolverse con el consenso, la cooperación, el esfuerzo de todos y además tiempo.


Pasaré ahora a hablar del tema “LA TERGIVERSACIÓN DOGMÁTICA”.
¿Qué remedio le toca a cualquier español, con cierto grado de razonamiento y una buena dosis de vivencias y experiencias, en los más diversos ámbitos y que se sienta afectado por lo que está ocurriendo en su tierra, que no sea emitir una opinión, que según mi criterio, es racional y equilibrada….?
Esa política destructiva de “acoso y derribo”, propiciada y encabezada por el señor Rajoy y ciertos miembros de su partido, es una de las tantas incomprensibles aberraciones del contexto político español.
Los reiterados toques de tambor, las reiteradas agresiones verbales, toda esa fraseología agresiva montada por este señor, es algo que en su contexto general lleva a la negación de lo que pretende ser una democracia. La democracia no solo implica pluralidad, también implica respeto, algo que por lo visto, el señor Rajoy, que solo sabe vituperar, no conoce.
Y ya que estamos hablando de democracia, sería muy gratificante para todo el pueblo español, que sea dicho de paso y según los barómetros populares, están dispuestos a votar a un candidato como el del PP, me da la impresión que mis compatriotas tienen la memoria muy corta, sino deteriorada, que este señor, que se supone según él dice, poseer la magia necesaria para resolver los problemas que nos aquejan, debería exponernos claramente cuales son los particulares elementos que componen esa magia, que pueda resolver nuestro problema coyuntural. Siempre se ha dicho que mejor que hablar es hacer, sobre todo si lo que se dice no tiene el menor sentido, ni ningún apoyo fehaciente y lógico que lo mantenga.
Para que no exista ninguna especie de duda, aclararé antes de continuar, que por supuesto, soy un miembro del Partido Socialista registrado en Buenos Aires. No soy un hombre cegado por el partidismo, ni por especie alguna de bandera, para mí el todo es el universo y el ser humano, su ocupante con mayor grado de conciencia desarrollado. Esas son mis barreras, luego, si bien dentro de este contexto me considero Socialista, no soy ningún fans del Señor Zapatero. Sí debo decir, particularmente en estas últimas instancias, que lo admiro por la paciencia que ha demostrado al soportar una agresión intensiva que le ha sido personalmente destinada sin que se le pueda imputar bajo concepto alguno, algún tipo de responsabilidad personal por los problemas aparecidos. Especialmente para España, éste es un problema de textura nacional, abarca a toda la sociedad española, incluyendo los desaforados sindicatos que no han analizado suficientemente el problema en sí, y mucho menos sus raíces. No hablemos ya de otras instituciones españolas que, casi como siempre, intentan llevar, igual que el PP, el agua a su molino. Caben en esto responsabilidades para todos los ámbitos productivos políticos y financieros de España, y por supuesto no puedo dejar de lado a la conducta clerical.
No nos engañemos, no necesito reiterar que la crisis es mundial, y que en términos generales obedece a los mismos factores, eso sí, con variantes que implican a determinados sectores más que a otros, dependiendo particularmente del país de que se trate.
España no ha sido nunca, y por lo visto, tampoco es, un país donde sus clases sociales, sea por patriotismo, sea por confraternidad, sea por los factores que sean, no se ha manifestado nunca muy hermanada. Grave error nuestro. Ya que nuestra tierra es un compendio de bellezas naturales de una enorme dosis de capacidad creativa y de gente, especialmente de las clases con menor poder adquisitivo, dispuestas a ser generosas y a hermanarse. Es por lo tanto, a las clases altas y a las clases medias altas, a las que corresponde ahora, especialmente, tender la mano en lo posible, para ayudar con su esfuerzo a intentar resolver un problema socio económico que no ha sido provocado ni patrocinado, tal como se pretende hacer creer, por el señor Zapatero y sus colaboradores. Eso son solo los reclamos publicitarios del señor Rajoy.

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