martes, 29 de junio de 2010

Raíces

Cuando en un hospital llega el cuerpo de un accidentado grave, sea por la causa que sea, lo que normalmente sucede es la correspondiente reunión de los distintos profesionales para emitir su opinión y pasos a seguir para atender los problemas ocasionados al cuerpo del paciente: desgarraduras, cortes, huesos quebrados, contusiones y traumas de toda índole. Los profesionales analizan, estudian los problemas que perciben y emiten sus correspondientes opiniones y dictaminan el tratamiento apropiado. Eso es lo elemental básico y correcto. Ahora se trata de poner sobre la camilla un enorme cuerpo, el de la tierra y especialmente su contenido humano. Alrededor de este cuerpo, realmente enfermo se reúnen, supuestamente, los cerebros más eminentes y capacitados de las distintas especialidades que afectan a la enfermedad. Que de hecho, ha sido provocada, quizá en buena parte, por las propias mentes que, se supone, lo van a atender.
Es inconcebible que quienes por su inconciencia y, a veces rapacidad, hayan provocado semejante accidente que conlleva una crisis que implica un crimen de lesa humanidad, si realmente se hiciera justicia, sea tratado por los mismos que, de alguna manera, han provocado la enfermedad. Y si bien, también hablo con referencia a personas, se trata sobre todo de países y las más variadas asociaciones, con la evidente participación de los distintos componentes individuales.
La distorsión y diversificación de las recetas que se pretenden implementar para lo que se supone debe ser tratamiento y cura del problema, siguen obedeciendo a los más dispersos y personales de los remedios. Siempre unidireccionales: los intereses particulares.
Es de conocimiento generalizado de que todas estas enfermedades “terráqueas” que ahora explotan por doquier, son producidas por la conducta del hombre y su dedicación a defender sus intereses particulares y no, analizar los problemas a medida que van surgiendo, buscando curas racionales que no contemplen, exclusivamente, su avaricia.
Es necesario, para obtener resultados positivos en esta tan cacareada batalla por resolver la crisis, cambiar los sistemas y también ciertas mentalidades. No se pueden seguir creando diferencias dogmáticas de orden social y político. Aquí ya no se trata, ni debe tratarse, de clase obrera y capitalistas. Los objetivos deben convertirse en intereses comunes, tanto los trabajadores manuales como los intelectuales, como la clase capitalista y los políticos deben sentarse y aunar opiniones y criterios, de forma tal, que los resultados sean convincentes y benéficos para todos y para ello cada uno de los sectores tiene que tratar de construir, tanto el presente como el futuro. A un trabajador manual, tanto si este tiene un empleo como si no, es necesario garantizarle una existencia digna y también éste operario tiene que concientizarse de que su colaboración productiva tiene que ser eficiente y rentable. Sin esa predisposición integrándose positivamente en sus tareas diarias no es posible llegar a resultados positivos. Lo mismo sucede con los profesionales y trabajadores intelectuales, sus tareas deben realizarse para complementar el resto de la producción en forma positiva que no provoque detracciones ni distorsiones que perjudiquen la marcha de la sociedad de la que forman parte y refiriéndonos a lo que podría llamarse “núcleo capitalista” debería definirse de forma categórica que su función no es la de hacerse más rico cada día sino que la corriente de capitales sólo debe servir a la creación de más riqueza de la que todos los participantes sociales deben beneficiarse. Subsistiendo en la sociedad la corriente sanguínea que origina la circulación del dinero, esto debe ser condición absoluta de participación y enriquecimiento de todos los cuerpos.
Si después de tantos años de “civilización y desarrollo”, no logramos asumir que estos son principios básicos y elementales de sobrevivencia es indudable que nuestra sociedad se está dirigiendo hacia un inconmensurable pozo sin fondo.
De la misma forma que los profesionales de la medicina de cualquier centro sanitario, se juntan alrededor del cuerpo accidentado que acaban de introducir en la sala para su examen, análisis y diagnóstico, sin considerar si el cuerpo es blanco, amarillo o negro, únicamente es un ser humano y está ahí destrozado. Sin considerar dogma alguno ni política los profesionales de la medicina dictaminarán tratamiento y medicamentos. Eso es lo que deben hacer esa imponente cantidad de cerebros que se reúnen alrededor del cuerpo de la tierra y por obligación ética y moral, deberían actuar de la misma manera, solo así conseguiremos con más o menos tiempo salir de cuanta crisis se presente.
Se considera que en el mundo aumenta vertiginosamente el número de multimillonarios, solamente en el año pasado, 2009, aumentó 18%, sumando la cantidad de 10.000.000 DIEZ MILLONES de millonarios en el mundo. Sus capitales aumentaron un 19% en un solo año, llegando a la cantidad global de TREINTA Y NUEVE BILLONES de dólares (TREINTA Y NUEVE BILLONES DE DÓLARES….!!!!). La mayor parte de estos MULTIMILLONARIOS se centran en Estados Unidos, Japón y Alemania. Esto indica las pautas en las que se supone que estamos en “vías de desarrollo”¿Desarrollo de quienes o de quién…?

jueves, 24 de junio de 2010

La travesía del charco implicó, especialmente para Sebas, que ya tenía veintitrés años, un tiempo alejado de toda actividad y preocupación, que le sirvió de catalizador de lo que, hasta entonces, había sido su existencia. Éste análisis que, de alguna forma, se encadenaba día tras día, lo llevó a considerar que en momento alguno había podido realizar o proyectarse en algo que fuese intrínsicamente originado en su propia voluntad. Excepto en rarísimos, intrascendentes y contados hechos, siempre había sido impelido por las circunstancias.
Las circunstancias habían determinado todo lo que hasta entonces había ocurrido en su vida. Sus ambiciones más legítimas y concretas: estudiar, capacitarse, nunca había podido realizarlas, siempre los acontecimientos externos habían determinado, prácticamente, cada uno de los pasos de su vida, y por supuesto, pensaba que lo mismo podría haber ocurrido con millones de vidas en circunstancias similares. Lo que en sí implicaba que la forma en la que se conducen las sociedades, llamadas evolucionadas, y quienes las orientan y dirigen, supuestos seres sumamente civilizados han cometido, y siguen cometiendo, y eso viene de siglos atrás, tremendos errores que día a día, pagan los que menos responsabilidad tienen en estos distorsionados hechos. Algo está mal, muy mal en lo que se llama civilización. Confundimos, la mayor parte del tiempo, civilización con adelantos técnicos y científicos, en lo que a esto último se refiere, es evidente que los mismos se han producido, especialmente en los dos últimos siglos, de una manera más que acelerada. La pregunta es… lo que puede llamarse realmente Civilización, progresión sociocultural y ética, apreciación con el máximo relieve de los llamados sentimientos humanos, ha seguido la misma progresión evolutiva…?? A mi criterio… NO.
Desde que aparecieron en las Cavernas de Altamira y las de Lascaux, y otras regiones europeas las primeras manifestaciones de una reproducción artística, en la cual surgen como obra del ingenio humano, ya trascendente, diversas representaciones del mundo que rodeaba aquella inicial sociedad “Neanderthal” y “Cromagnon”, siguiendo algunos miles de años después con los asentamientos urbanos, iniciados hace ocho mil años en la Mesopotamia, por Sumerios, Hititas y otros pueblos, acompañados en su tiempo con el alto desarrollo de la cultura y la técnica asiática, especialmente china, continuando con las manifestaciones creativas de los egipcios y culminando con la espontánea y rutilante germinación de la filosofía griega. Cuna básica del desarrollo cultural de la llamada civilización occidental.
Y es a partir de ese momento, tres mil años atrás, que tenemos que empezar a plantearnos que ha ocurrido con ese desarrollo intelectual, logrado y manifestado, en la Grecia Antigua. En términos generales y, substancialmente hablando, la mente de un griego del año 500 ó 1000 antes de Cristo, no difiere mucho en cuanto a conceptos y principios socioculturales, de la mente de un londinense, parisino o madrileño del dos mil diez, es más, y es muy probable que si analizamos los aspectos éticos sea más respetable la mentalidad del griego que la del cosmopolita europeo. Y es en este campo en donde la evolución ética no ha acompañado al tiempo científico.
El ser humano ha hecho todo lo posible porque ingerencias desnaturalizadas imprimieran en sus circunvalaciones neuronales, una serie de creencias que han distorsionado, en forma absoluta, su naturaleza.
Empezando por la mayor influencia producida en su percepción del universo, desnaturalizándola con brebajes religiosos que han entorpecido, y siguen entorpeciendo, el desarrollo natural de la inteligencia. Esas distorsionadoras creencias religiosas, constituidas en verdaderas fuerzas predominantes, han sido y son, las creadoras de la mayor parte de los obstáculos puestos en el camino del desarrollo natural y equilibrado de las sociedades humanas.
De las más distintas regiones de la Tierra surgieron, a través de los tiempos, una secuencia continuada de seres que, ayudados por la supina ignorancia de sus propias sociedades, imprimieron esas falsas creencias representadas en distintas deidades que el tiempo y siempre la consecuente ignorancia transformo en los supuestos dioses únicos: Jehová, el Dios Cristiano…? Y Alá. Hoy nos queda la trágica herencia de un endiosamiento lo suficientemente exacerbado como para mantener odios ancestrales y provocar todo tipo de enfrentamientos que destruyen la vida humana provocando, como siempre, sangrientos enfrentamientos entre individuos que tiempo A deberían haber superado esas absurdas rivalidades. Superados los odios y tener asumida una conciencia universal en la que no subsistan diferencias.
Ya, en los llamados “Tiempos Modernos”, y persistiendo la agobiante influencia de las distintas creencias religiosas, surgen los “Tiempos Políticos” de los que emana, primero el sistema capitalista iniciado en la Edad Media y adquiriendo un constante desarrollo, cambiando conceptos y mentalidades, provocando una carrera universal en que la codicia más desenfrenada es el principal objetivo impulsor. El concepto básico es: “cuanto más gano, mejor soy”. En este desarrollo histórico se intercala la Revolución Francesa. Los Derechos del Hombre. La abolición del culto religioso y el emplazamiento de La Razón en el trono de los Dioses, como objetivo de conducta cultural, político y ético.
Los poderes geopolíticamente establecidos hacen que estos objetivos propuestos por la comuna francesa, como un destello de sentido común histórico, se pierda ahogado por la abrumadora presión de los intereses creados. La Razón como objetivo sociopolítico, se pierde con las brumas napoleónicas.
La supuesta civilización continúa desarrollándose, el lema universal es: “APODERATE DE TODO LO QUE PUEDAS” y eso se aplica rigurosamente en todas aquellas regiones cuyas tierras impliquen cualquier tipo de riqueza. Se trafica con todo, incluyendo seres humanos y así llegamos a otra variante de lo político-religioso: EL MARXISMO.
El Comunismo Marxista que, quiérase o no, tiene en su aplicación práctica las mismas connotaciones que las distintas religiones en uso: hay que creer en el Dogma, prácticamente sin discutirlo. Esa ha sido la aplicación práctica que de esta doctrina socio-económica han hecho en la Unión Soviética, cuanto menos durante el tiempo (1917 a 1990) en el que el “Comunismo” fue aplicado como sistema socio-político-económico. Y ahí volvemos a caer en la eterna y omnipresente “condición humana”.
Transcurridas tres generaciones, aproximadamente, durante las cuales, usando y abusando del absolutismo político se cometieron todo tipo de crímenes y aberraciones, llegamos otra vez a la disolución de una sociedad impulsada por los egoísmos personales, la ambición y el abusivo uso del poder. De repente en Moscú hay más millonarios que en New York y otra vez la Iglesia Ortodoxa vuelve a enarbolar sus banderas y no precisamente para “excomulgar” a los criminales y ladrones, sino, bien al contrario, para seguir adorando “al becerro de oro”.
Este análisis y sus conclusiones llevaban a Sebas al eterno “callejón sin salida”. Cómo era posible que un supuesto y evolucionado ser humano, dueño de tantas y tan repetidas largas historias de deshumanidad, no haya encontrado un centro equilibrado por cuyo camino puedan desarrollarse sociedades con los mínimos básicos necesarios para una convivencia, aunque sea, relativamente, armoniosa.
Atrás quedaba Europa debatiéndose por primera vez, en sus distintas multinacionalidades y orientándose hacia la formación de un conglomerado de países que hasta entonces habían sido, de una manera prácticamente constante, rivales o enemigos. Encausados en el sendero de sus respectivas banderas, himnos y fronteras, lo que seguía manifestando la genuina incapacidad de las llamadas sociedades modernas, para encontrar caminos viables a una convivencia armoniosa. No solamente estaban las banderas, las políticas nacionales o regionales, sino que aparecían de forma persistente y violentas, ideas distorsionadas, que lamentablemente eran y son seguidas por masas populares que no tienen ni la más mínima percepción de la realidad , estas motivaciones populares no obedecían ni obedecen simplemente a tendencias naturales, sino que tienen origen en las efervescentes mentes de determinados hombres políticos cuya enfermiza mente, los lleva a distorsionar las realidades naturales de su propia existencia y la de los individuos con quienes coexisten. El objetivo declarado o sumergido de estas ideas y actitudes lanzadas para ser consumidas por mentes débiles, enfermizas o distorsionadas tiene como finalidad directa o indirecta la preeminencia y dominio personal.
El ser humano ha tenido, desde que empezaron a funcionar sus células cerebrales, a su alcance la posibilidad genuina de establecer normas de conducta y convivencia concordantes con su naturaleza evolutiva. Rara vez y en raros individuos se ha dado el caso de la auto-concientización de su propia realidad. Se ha orientado, y se sigue orientando, la mayor parte del tiempo, hacia fantasías y distorsiones que no obedecen en absoluto a su real condición humana. Ha buscado siempre realizarse auto-cristalizándose en imágenes ficticias olvidándose de su real identidad. Es en esa identidad donde tiene que encontrar la esencia de su condición y con ese auto-conocimiento en mano, establecer las normas de conductas que deben generarse y aplicarse en las sociedades humanas.
Es obvio que tanto en los individuos como en las sociedades, germinan ideas e impulsos que obedecen a lo más entrañable y natural del SER. Cualquier disociación conculcada que implique un desfasaje que oriente al SER fuera del cause de sus impulsos, conlleva a situaciones traumatizante que provocan conductas negativas.
Es difícil con la percepción masiva de las conductas sociales actuales, invocar sentimientos elevados a los individuos componentes de la sociedad: hablar de ÉTICA, hablar de DIGNIDAD, hablar de CONDUCTA RACIONAL, resulta algo difícil. Así como existen seres para quienes estos valores están consustanciados con su esencia como individuos, así también los hay que desconocen hasta el sentido de los mismos. Así como hay seres que obviando cualquier tendencia de orden político o religioso, por pura dignidad y confraternidad humana, destinan su vida o parte de la misma, a actividades absolutamente altruistas: lo observamos día a día, particularmente, en una, cada vez, mayor cantidad de entidades humanitarias o ONGs . Mujeres y hombres se identifican y cooperan, ayudando a sus semejantes más desfavorecidos y es ese impulso vital HUMANITARISTA, que implica e invoca a todos los seres humanos de cualquier condición. El objetivo máximo que debiera tener la humanidad. Debemos dejar de lado todo lo que implique crear diferencias, en todos los sentidos de la palabra: NO MAS DIFERENCIAS, ni políticas, ni religiosas. Esto no debe implicar en momento alguno la pérdida de la diferencia individual. El culto a la personalidad individual implica riqueza para el conjunto de la sociedad y debe permanecer y cultivarse. El culto al humanitarismo implica, esencialmente una igualdad, en términos de derechos y en términos mínimos de convivencia y bienestar.

martes, 22 de junio de 2010

Secuencias

El que esto escribe es Español, tiene 84 años y sufre de ceguera. Ha vivido todos los avatares que llevan consigo las guerras. En 1939, éxodo de España a Francia. En 1940, éxodo en Francia (Normandía al sur de Francia), campo de concentración, hambrunas en España (a cargo de siete hermanos menores). En 1945, otra huída de España a Francia y desde entonces un continuo desarraigo: primero Argentina, después Brasil. 1988, regreso a España. 1990 cortas estadías en Moscú. Alma Ata. Kazajstán. Vuelta a España y, en el 2002, desafortunada vuelta a la Argentina.
Todo esto ha implicado una enorme cantidad de experiencias. Todas ellas destinadas a actividades creativas y también con resultados negativos, social y humanamente hablando.
Me declaro política y socialmente como socialista. Sin dogmas ni banderas y también, sin fronteras. Me identifico con seres como Gandhi o Lumumba y más próximos a un Vicente Ferrer y a un José Saramago, y me sucede, demasiado a menudo, que me siento frente a una blanca pared y condicionado a mis propias limitaciones, intento analizar lo que he experimentado y vivido y lo que puedo observar del mundo que me rodea.
No consigo entender ni mucho menos aceptar que ese es el mundo que es y que debe ser. Cuando tal me ocurre saco como consecuencia que el ser humano es un sujeto desequilibrado que no tiene noción de sus condiciones y realidades.
En lo que se refiere a mi país de origen, me siento avergonzado por lo que en él (después de las últimas amargas experiencias) sucede.
Percibo un obsecado antagonismo que persiste en el amargo camino de crear odio y enemigos. España es, particularmente, una de las sociedades que debería haber extraído de sus continuas y amargas experiencias, especialmente de la última: el FRANQUISMO, un amplio concepto humanitarista en el cual, deberían haber desaparecido las odiosas rivalidades que exceden con mucho el campo de la dialéctica y la distensión. Si consideramos lo que se supone que es el ser humano, estos planteamientos cuyo origen trasciende el tiempo, aparecen como propios a miles de años atrás.
No es de recibo para sociedad alguna en que las concepciones dogmáticas y sus planteamientos superen el interés general, cuyas bases se originan en necesidades y deseos de todas las comunidades hacia una misma finalidad: intentar vivir en armonía y obtener el máximo grado de felicidad.
Las constantes desviaciones de este objetivo fundamental de todas las sociedades debería considerarse como un crimen de lesa humanidad: en la persecución de ese objetivo no hay muchos caminos, yo diría que hay uno sólo: amplio y extenso y cuyo recorrido se ve entorpecido por los dogmas, embanderamientos y limitaciones de toda índole, incluyendo las fronteras.
No es posible que perduren a través de los siglos las limitaciones territoriales. No es posible que se usen las lenguas tradicionales para separar. No es posible crear héroes y ensalzarlos porque simple y lamentablemente, dividen. SI ! debe respetarse la riqueza de la creatividad autóctona, debe cultivarse y desarrollarse. Ello es parte de lo que constituye la riqueza cultural de las diferentes colectividades, lo que no implica, bajo concepto alguno, de que ello tenga que servir de pretexto, como ha sido tradicional e histórico, para crear divisiones que originan problemas de toda índole: rivalidades y sangrientas guerras que nublan el pensamiento humano.
La ignorante percepción del universo, basada en dogmas, muchas veces desequilibradas y pueriles, hace tiempo que fue superada. La ciencia nos ha abierto horizontes perceptibles y asumible que, acompañada por la tecnología, nos lleva a un conocimiento que permite y debería obligar a aunar ideas y actividades que nos lleven hacia un objetivo deseado y universal.
Lo que, lamentablemente, observo es que persisten, de la forma más absurda que imaginarse pueda, la insistente permanencia de ideas y conceptos absolutamente descabellados, en lugar de sembrar campos para lo que todos deberíamos aportar el esfuerzo y la semilla.

lunes, 21 de junio de 2010

Tiempos presentes

Estamos asentados sobre el último tramo de algo que pretende ser EL MAYOR GRADO de civilización y cultura conocida. Si consideramos esta cultura bajo el concepto de adelanto técnico y científico, probablemente tengamos razón. Si lo analizamos bajo el aspecto humanitario, debemos considerar que estamos completamente equivocados.
Todos los grandes y reales procesos científicos integrados en nuestra sociedad nos permiten únicamente analizar nuestra existencia única y exclusivamente bajo ese tamiz y también considerando bajo su propio tamiz la evolución humana, con todos los componentes que la integran, lamentablemente aun estamos al nivel del hombre de Cromagnon.
Dado los miles de años de aculturamiento es de suponer, caso de existir una lógica en la evolución humana, que deberíamos encontrarnos en un mundo en el que el entendimiento, la comprensión y una relación dinámica y cordial debieran regir en forma absoluta entre los habitantes del planeta. En este campo, la evolución debiera ser unidireccional, en lugar de esto, nos encontramos, especialmente, en las últimas generaciones, con un terrorífico panorama, en el que, no solamente se pierden millones de vidas en los campos de batalla, sino que además se mueren millones de niños y adultos por hambre y enfermedades. Ante semejante hecatombe social, reiterada angustiosamente en cada esquina en donde se produzca cualquier tipo de acontecimiento social es una evidente prueba de que estamos muy lejos de todo lo que se pueda llamar CIVILIZACIÓN.
En cambio, lo único que hemos sabido hacer, en cuanto a este entendimiento se refiere, es crear más diferencias, más odios, más antagonismos y, como no, más muertes. Si bien hubieron momentos históricos en que esto podría tener alguna que otra circunstancia positiva, hace siglos que, de hecho, esto no existe. Más bien lo contrario. Existe cada día más y más un mayor conocimiento del otro y de su entorno por lo que no hay excusas que justifiquen la maldad humana.
Es palpable que en ciertos medios, pequeñas partículas de la sociedad reaccionan de forma altruista ante la existencia y persistencia de una intensiva degeneración social que provoca las mayores tragedias que se manifiestan por doquier hoy en día. Esta es la reacción positiva que debiera producirse concientemente en todos los medios sociales activos: se esta muy lejos de este objetivo.
La tergiversación, el divisionismo y la distorsión generalizada que existe en los centros dominantes, sean políticos, religiosos o económicos son los factores que determinan, por su importancia y consistencia permanente, el que las sociedades humanas no lleguen a una armonía que auspicie una convivencia gratificante: la política es el elemento utilizado para proyectar el dominio de unos pocos, cuya capacitación real para ejercerlo se ha manifestado a través de los tiempos negativa, no obstante, a través de todos los tiempos y en sus diversas versiones, el sistema del dominio político ha permanecido. En su momento, con la intensa colaboración de los otros poderes, ejerciendo el religioso. como acompañante permanente del político.
La introducción en las sociedades post-grecorromanas de las religiones monoteístas inicia el recorrido de un calvario social que permanece hasta nuestros días. Cualquiera de las tres conocidas religiones: judaica, católica apostólica e islámica han sido y son vehículos que únicamente han servido y siguen sirviendo para crear los mayores problemas que la humanidad ha sufrido desde que apareció sobre la faz de la tierra.
El que esto se produjera y persistiera a través de los siglos, sigue probando la absoluta incapacidad de los seres humanos para ni tan siquiera auto conocerse y, mucho menos, entenderse.
El tiempo y el desarrollo material nos lleva al tercer elemento de poder: el económico. Es cuando llega el momento de un proceso de creación de riqueza auto valorada circunstancialmente por los integrantes de ciertos grupúsculos que entran a valorar productos que representan, de por sí, ciertos grados de riqueza que son socialmente adjudicados como elementos únicos dentro de los valores que socialmente pueden apreciarse. No se valoran los alimentos ni los enceres ni los útiles: se valora el oro, las joyas, las piedras preciosas. La obtención de estos productos provoca guerras, robos, asesinatos. Lo importante era la posesión de objetos integrados por estos elementos. No importaba ni importa su utilidad o valor real y si importa absolutamente, los valores que determinan quienes los poseen. Implicando con ellos enormes diferencias y rivalidades a los efectos de poseerlos.
Luego, no cabe la menor duda que los asentamientos de los distintos poderes, sumados o no, implica una determinada convergencia de los mismos sirviendo los unos de apoyo a los otros, originando con ello el dominio de las sociedades existentes, sus rivalidades y la real carencia de un sentimiento que podría originar una convergencia humana hacia un desarrollo generalizado que hoy, más que nunca, debido a la extraordinaria eclosión de los factores científicos y técnicos, debiera procurar a los habitantes del planeta una convivencia acorde con una condición humana a los niveles propios en los que debería existir.
A cambio de esa, que debería ser su automática y ética vivencia, está condicionada por los citados valores determinantes, en su inmensa mayoría, a existir en condiciones, cuya más próxima comparación sería la que nos puede proporcionar el CAVERNÍCOLA.
De no ser así, podemos buscar puntos de referencia, patentes hoy, con los pueblos Africanos, en como viven enormes proporciones de los pueblos Hindúes, lo mismo sucede con buena proporción de los pueblo centro y sur americanos y lo mismo puede decirse, aunque quizás en un cuadro menos desgarrante, algunas sociedades del este Europeo y del oeste y centro de Asia.
En muchos de estos casos los problemas de subsistencia y desarrollo tienen buena parte de su origen en el factor económico, quizás en gran proporción producido por los intereses espurios de explotaciones de un alto grado de rapacidad económica, sumado a la incompetencia y la corrupción política, con los consabidos ingredientes, que influencian religiosamente a determinados grupos. Este oscuro panorama se desarrolla intermitentemente en buena parte de la geografía terráquea y hace que los pueblos vean coartado su desarrollo y su armonía.
Dado que son los poderes dominantes los que se supone deberían promover y favorecer la cultura y el conocimiento, luego, la base necesaria para que los pueblos adquieran un estado de conciencia y obtener los suficientes elementos de juicio como para poderse orientar y determinar, libre y desprejuiciadamente en relación con sus derechos y deberes, sin que influyan los intereses personales y dogmáticos. En cambio, se pueden contar con los dedos de las manos, aquellos dirigentes (Gandhi, Lumumba y pocos más) los que en ese casillero de un alto grado de humanismo y entrega personal han tenido connotaciones que reflejen grados de humanismo implicando una concepción que esté en concordancia con los millones de años de “evolución humana”.
En cambio nos encontramos en la Tierra, con una jauría de seres desenfrenados dedicados en buena parte a provocar miseria y crímenes, enarbolando estandartes dogmáticos y oportunistas. Si tuviéramos que enumerar la lista de fanáticos, de la política o del dogma, que han distorsionado el “buen hacer” de las sociedades humanas, la lista, sólo enumerando a los más recientes, sería muy amplia. A cada vuelta de esquina aparece un caudillo criminal e inconciente o un santo dogmático que agitan los ámbitos sociales tan interesada y personalmente que enturbian todo el horizonte perceptible y, ya que la ciencia está tan evolucionada, los científicos deberían producir algo así como sismógrafos que pudieran medir el sistema neuronal para controlar a aquellos sujetos que tienen introducidas en sus neuronas las características negativas que inducen a estos sujetos a crear fenomenales y negativos problemas. Si tal poder de medición neuronal existiera debería aplicarse como punto referente de control a todo aquel sujeto que, desde sus primeros años escolares, se denota como posible sujeto antisocial. Para ello debería existir una ley universal que aplicaría dichas normas en forma cien por cien aplicable en todos los ámbitos sociales. Es indudable que tal método nos evitaría infinidad de calamidades.
Otro aspecto fundamental de la actividad humana que debería tener controles absolutos se refiere en forma generalizada a las estructuras llamadas judiciales que rigen en ese aspecto la actividad de las sociedades terráqueas. En ese ámbito, las distorsiones a nivel individual y colectivo son chocantes pues existen dentro de los sistemas judiciales normas que rigen la vida social y colectiva, estas se aplican a menudo, lamentablemente, discriminando en forma tal que juegan más los factores de interés que la JUSTICIA. Con esto se distorsiona lo más importante de la convivencia incluso, a veces, se obtiene la impresión de que la llamada justicia protege más a los delincuentes que a los inocentes, lo que conlleva un descreimiento generalizado en los valores de la llamada “justicia” y pruebas contundentes de esto lo tenemos día a día, implicando una peculiar falta de dignidad y de ética en quienes deberían ser un ejemplo diario y evidente de tales condiciones.

Mensaje de bienvenida

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