viernes, 1 de octubre de 2010

instituciones argentinas

Hace años, leí un enunciado de un brillante político uruguayo que refiriéndose a sus vecinos del sur dijo, en una reunión política de alto nivel: “son todos unos ladrones”.
Yo, conocedor de éste país, en aquel momento, pensé que este hombre público estaba exagerando. Eso era hace cuarenta años atrás, hoy habiendo regresado a la Argentina, en el 2002 a pesar de las muy malas experiencias anteriores, creyendo aún de que existían condiciones efectivas de que la sociedad local asumiera responsabilidades y conductas con dicentes con el sentido común y la dignidad, me veo obligado a reconocer que la frase del señor Batllé no implica un 100% absoluto, pero cuando menos puede aplicarse y, eso a todos los niveles, a un elevado porcentaje de los habitantes de estas tierras, ya que desde mi regreso en el 2002, hasta ahora en el 2010, a pesar de que mi única actividad ha sido la de integrarme en tareas positivas y productivas, solo he encontrado en mi camino, lo que dijo este señor: “ladrones” Con un agravante, importantísimo, no hay garantías judiciales de ninguna índole, todo puede ser manoseado, trastocado y diversificado.
De esto ya debía estar, completamente curado, pues ya en 1964, fui parte de un proceso similar al que estoy sufriendo ahora, ya con 84 años. Se trataba de la firma AUTOAR S.A , fabricante de los automóviles N.S.U. de origen Alemán, cuya propiedad era de la familia KUNIN, cuyo directorio era presidido por el Brigadier Federico Alzogaray , ahí debido a que fui nombrado interventor por los acreedores quirografarios, de quienes yo formaba parte, tuve la posibilidad de verificar y controlar las actividades últimas de la misma, constatando que se trataba de una quiebra fraudulenta y a pesar de lo cual el juez de turno, Dr. GAINZA PAZ homologó la misma como liquidación sin quiebra. El fraude fue superior a los 6.000.000 de Dólares.
Este amargo antecedente, aunque lejano, debería haberme servido de suficiente lección, no obstante mi natural buena fe y la credibilidad en mis semejantes me ha llevado a situaciones de un agobio intolerable.

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